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‘STAFF ONLY’: SOLO SOMOS TURISTAS

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Fuente: https://www.fotogramas.es/

Neus Ballús se confirma como una de las directoras nacionales de referencia tras el sorprendente debut que fue ‘La plaga’, hace ya seis años. En ‘Staff Only’, presentada en la Sección Panorama del pasado Festival de Berlín y que ahora podemos disfrutar gracias al BCN Film Fest, la catalana viaja a Senegal para explicarnos una historia de maduración agridulce.

Dirección. Neus Ballús Intérpretes. Elena Andrada, Sergi López, Iam Samsó, Diomaye Augustin Ngom, Madeleine C. Ndong

¿De qué va? Los últimos días de Marta (la debutante Elena Andrada) antes de cumplir los dieciocho años están siendo un auténtico infierno. Su padre Manel (Sergi López), separado de su madre desde hace años, ha decidido «secuestrarla» a ella ya su hermano pequeño Bruno (Ian Samsó), para pasar unos días de vacaciones en Senegal. Encerrada en un hotel con piscina, de esos de pulserita, y rodeada todo el día de jubilados sin demasiado espíritu aventurero, Marta ansía conocer el lado «real» del país.

Para alejarse de la experiencia turística prefabricada, ésta se internará en la zona solo para empleados del hotel, donde entablará amistad con Aissatou, una chica de su edad, y con Khouma, el guía turístico que acompaña a su grupo. A través de su relación con Khouma, Marta empieza a transgredir los estrictos límites que su padre ha impuesto sobre ella, ignorando las consecuencias que sus actos puedan tener.

¿Y qué tal? En ‘Staff Only’, Neus Ballús, directora, montadora y coguionista (junto a Pau Subirós, con quien trabaja habitualmente), lleva a cabo un solvente ejercicio de inteligencia cinematográfica a partir de una premisa a priori sencilla. Esta es, en principio, una historia de maduración personal estructurada al ritmo de los desencuentros entre un padre y una hija que, para más inri, pasa por la emocionante edad de las primeras veces. Manel parece haber estado más bien ausente de la vida de Marta, por lo que, cuando este pone límites a las ansias de exploración de su hija, sus prohibiciones se vuelven objetivos de forma automática: esto es, desde separarse del grupo durante las excursiones hasta beberse un mísero mojito al lado de la piscina. Para la chica, su padre representa un captor indeseado antes que un adulto responsable, por lo que cualquier intento de reconciliación es recibido poniendo los ojos en blanco. Tales gestos adolescentes podrían resultar casi paródicos, pero esta no es la intención de Ballús, que apuesta siempre por el retrato empático y, por lo tanto, lleno de grises, antes que por la simple parodia de ese desdén tan pueril.

De ahí, su decisión de trabajar mayoritariamente con actores no-profesionales, que nos deja con interpretaciones tan genuinas como la de la protagonista Elena Andrada. El único actor, Sergi López, por su parte, vuelve con naturalidad a ese papel de catalán informal y bienintencionado al que ya nos tiene acostumbrados. La dirección de fotografía de Diego Dussuel cumple, priorizando los rostros de los actores (a veces incluso presionándolos en los primeros planos) en una puesta en escena de corte realista, que evita aquel color ocre tan trillado en nuestro imaginario cuando pensamos en ese concepto globalizante que es “África”.

Marta, de hecho, piensa mucho en África o, por lo menos, en lo que ella cree que es. Piensa en ella cuando se encuentra atrapada en medio de un ridículo espectáculo de danza tradicional para turistas, o cuando se le prohíbe salir a la playa delante del hotel a nadar. La chica, consciente de que vive en un universo de encanto prefabricado para el deleite del occidental corriente, intenta escapar de todas las formas posibles hacia la experiencia «real» de la vida local. Khouma, para ella, no es solo un interés amoroso, sino que representa también todas aquellas vivencias que le han sido negadas por el hecho de ser una turista rasa. Lo que no sabe es que, con sus ansias de familiarizarse con un entorno que le es ajeno, en el fondo, está repitiendo el mismo comportamiento del turista medio que tanto detesta. Parte de su proceso de crecimiento, pues, consistirá en aprender que la experiencia local no puede atesorarse, como los colonos guardaban sus reliquias más exóticas, sino que consiste en aprender a mantener límites con umbrales que no deben ser traspasados. Porque madurar también puede ser convertirse en un buen turista.

Esta es una historia que podría haber sido contada desde el mero retrato psicológico, y lo cierto es que el componente naturalista no falta. Pero Ballús incorpora otra dimensión de la mirada en su juego: los vídeos que Khouma está montando para regalar a los turistas de su grupo como recuerdo de las excursiones del viaje. En un momento de la película, el guía le enseña a Marta su método secreto: recortar los fragmentos de vídeo donde se les ve cansados, aburridos y enfadados, para construir, mediante la edición, una historia falsa pero perfecta. Para los occidentales, “África” también es un poco eso: una idea de continente medio desconocido, hecho a pedazos por las noticias que nos llegan. Lejos de una realidad rica y multicultural, que posiblemente nunca conseguiremos asir, África aún nos es un nombre propio, generalizado y falseado por una mirada poscolonialista y falaz.