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Documental “SANMAO. LA NOVIA DEL DESIERTO”

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Fuente: Sopa de Ganso, blog de cine de Jordi Batlle Caminal

El cine nació, con los Lumière, documental. Pero pronto la ficción y la fantasía orillaron el género durante cien años, aunque la Resistencia (de Flaherty a Van der Keuken, de Rouch a Depardon, de Grierson a Wiseman, etc.) combatió activamente y dio frutos sobresalientes. Inesperadamente renació a finales del pasado siglo y hoy es un género abundante, presente cada semana en las carteleras de estreno. La abundancia tiene sus aspectos negativos. Por un lado, es obvio que de los cien documentales que pueden verse a lo largo de un año, sólo una docena, siendo optimistas, alcanzará la excelencia. Por otro, su consumo masivo, como el de cualquier otro género, puede llevarnos al hastío, sobre todo cuando se repiten los temas.

Estos días tenemos la suerte de poder degustar tres documentales autóctonos de gran interés. Uno, ¿Puedes oírme?, se estrenó el pasado viernes. Dirigido por Pedro Ballesteros, es un retrato del escultor Jaume Plensa que bucea en su obra, en su vida y en su pensamiento, estimulando de paso el nuestro cada vez que escuchamos sus palabras o contemplamos sus piezas, repartidas por todos los rincones del planeta; algunas son impresionantes, como la del gigantesco cuerpo humano hecho con letras que mira el mar, en Antibes, la perfecta armonía entre arte y naturaleza. La naturaleza es precisamente la protagonista de uno de los otros dos documentales que se estrenan este viernes día 9, Dehesa. El bosque del lince ibérico, de Joaquín Gutiérrez Acha, que vendría a completar una suerte de trilogía después de sus igualmente notables Guadalquivir (2013) y Cantábrico (2017). Su documental nos hace ver, nos hacer sentir, que es urgente volver a la naturaleza, volver a amarla y a respetarla, a hacer todo lo que esté en nuestras manos para no dañarla más. Eso nos enseña Gutiérrez Acha sin dejar de contemplar una fauna variada y fascinante, captada con una absoluta perfección técnica. Dos aves le han robado el corazón al bloguero: el alcaudón que alerta a sus crías de la presencia de una culebra y el martín pescador lanzándose como un kamikaze al agua a por su presa y emergiendo triunfal en unas tomas que parecen un ballet.

La escritora taiwanesa Sanmao es la protagonista del tercer título, Sanmao. La novia del desierto, realizado por Ana Pérez de la Fuente y Marta Arribas, que pulveriza la ya canónica estructura del documental común: busto parlante + busto parlante + imagen de archivo + busto parlante + busto parlante + imagen de archivo… y así hora y media. Aquí la ración de bustos parlantes se reduce a la mínima expresión, haciendo prevalecer la voz en off. Las imágenes de archivo, que incluyen películas de ficción (entre ellas Red Dust, de 1990, en cuyo guion participó Echo Chen de Queiro, quien no es otra que la propia Sanmao), conforman un hechizante caleidoscopio de fechas y lugares: El Aaiún 1974, Chongkin 1941, Taiwán 1950, Madrid 1967, Sáhara Español 1975, Canarias 1976… Con mucha destreza, el film logra que nuestra curiosidad por el personaje vaya creciendo conforme asistimos a un bombardeo de imágenes (cine de animación incluido) sometidas a un montaje dinámico y creativo. Sanmao se revela un carácter escurridizo, complejo, a ratos tan oscuro como su propia muerte (suicidio cuestionado), pero con dos cosas claras en la vida: su amor por el español José María y por el desierto. Una placa en una calle de Playa del Hombre, en Gran Canaria, se nos muestra al final; es el lugar de peregrinaje de miles de turistas chinos que aún recuerdan y veneran a la escritora casi treinta años después de su fallecimiento.